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Ciencias

Misiones presentó la segunda fase de su programa para enviar un nanosatélite al espacio.

La provincia que quiere ser la primera en poner en órbita un satélite low cost: cuándo sería y desde dónde.

OBERÁ.– La empresa mixta FAN IOT, un emprendimiento conjunto entre el gobierno de Misiones y una firma privada de nanotecnología, lanzó la segunda etapa del programa para diseñar y poner en órbita un satélite en octubre del año próximo.

Se trata de un nanosatélite, un dispositivo con forma de cubo de 10×10 centímetros, con un costo que puede rondar entre los 500.000 y los 300.000 dólares, menos de una centésima parte de lo que insume lanzar un satélite convencional de los que se utilizan en telecomunicaciones o el ámbito militar.

Con este programa, Misiones quiere entrar en el mundo de la tecnología espacial e integrar un pequeñísimo grupo de entidades (empresas, universidades de elite y gobiernos) con estas singulares capacidades técnicas.

“Queremos desarrollar capacidades espaciales y luego exportar ese conocimiento”, explicó el CEO Martín Bueno 

Bueno viene del sector privado, fundó exitosas empresas de internet que vendió a principios de los 90, trabajó en Global de la Agencia de Publicidad JWT (Walter Thompson) y hace unos años fundó la firma Smartcultiva, que se dedica a los nanosensores y llegó a venderle dispositivos a la NASA.

Hace tres años se asoció con el gobierno de Misiones para desarrollar una empresa mixta de tecnología que se llama FAN IOT y hoy cuenta con 80 personas, casi todos ingenieros y técnicos distribuidos en Posadas (60), Oberá (7), Córdoba, Mendoza y Buenos Aires.

Los campos de acción de FAN IOT son la movilidad eléctrica y la nanotecnología. En el primer rubro, el viernes entregaron cinco vehículos híbridos (mezcla de moto y 4×4) bautizados “Wakure” a la Administración Nacional de Parques Nacionales, que los utilizará en los parques Iguazú, Talampaya y Glaciares; el mes que viene lanzarán el auto eléctrico biplaza CR2.

Lanzamiento

En tanto, el proyecto FAN SAT se lanzó en febrero, con la radicación del ingeniero aeronáutico Pablo Reimondi, quien trabajó 15 años en la Comisión Nacional de Actividades Espaciales (Conae) al frente de un pequeño grupo de trabajo que, con un crédito de $5.000.000 del Consejo Federal de Ciencia y Tecnología (Cofecyt), diseñó una estación terrena para el monitoreo del satélite y la maqueta del aparato.

La semana pasada se anunció formalmente la llegada de un aporte no reembolsable de $25.000.000 del Fondo Tecnológico Argentino (Fontar), que se destinarán a contratar algunos ingenieros, diseñar las placas que contendrá el nanosatélite y realizar las pruebas antes del lanzamiento.

“Vamos a trabajar para ponerlo en órbita en octubre de 2023″, dijo a LA NACION Reimondi, quien se especializó en lanzamiento de cohetes.

El nanosatélite misionero se lanzará desde el cosmódromo de Baikonur, en Kazajistán, en instalaciones administradas por Rusia. Es uno de los contados lugares desde los que empresas y gobiernos lanzan satélites, como la Guyana Francesa.

Los cubesat o nanosatélites se están expandiendo rápidamente por su bajo costo. “El concepto nació hace unos años y la idea era que pudiera estar al alcance de universidades”, señaló Reimondi.

En la Argentina, la empresa Satellogic se especializa en cubesat. Pero Misiones sería la primera provincia en dominar esta tecnología. En satélites convencionales las otras dos organizaciones que tallan en el país son Arsat y la Conae junto al Invap.

Monitorear la selva

La aplicación de este satélite será la de captar transmisiones de nanosensores producidos también por FAN IOT, que medirán las emisiones de dióxido de carbono o CO2 de la selva misionera.

El satélite realizará su órbita alrededor de la tierra, pasando encima de Misiones cada nueve horas para recoger esa información y enviarla a la estación terrena. Generará así datos desde zonas donde no hay conectividad, un contenido que de otra forma habría que recopilar adentrándose en el monte cada vez que se quiere extraer y procesar.

El cubesat misionero en rigor serán dos satélites pegados, formando dos cubos con el tamaño de un termo. Uno será diseñado íntegramente por los técnicos de esta provincia, con placas para recopilación de datos, navegación y energía del satélite. El otro, un dispositivo de tecnología adquirida.

El lanzamiento de un nanosatélite es muy barato porque en el mismo cohete van al espacio otros aparatos similares y el lanzador se preocupa porque no haya fallas de uno que comprometan a los otros.

Por eso, una de las pruebas que debe pasar el cubesat misionero es la de gases, garantizando que no pueda dañar a otros dispositivos. La órbita en la que estará situado puede variar entre 200 o 300 y 1000 kilómetros de la superficie de la tierra, diez veces más abajo que un satélite convencional.

La otra prueba que debe superar es de vibraciones, para comprobar que el aparato llegue a órbita resistiendo a las fricciones propias del vuelo al espacio.

“Parece un milagro, pero no lo es. Milagro es cuando algo te cae del cielo y no hiciste nada para obtenerlo, pero acá hay mucho trabajo”, dijo durante la presentación en Oberá el ministro de Educación y Ciencia provincial, Miguel Sedoff.

Sedoff es uno de los grandes impulsores de este proyecto público privado. Hace unos años se cruzó con Martín Bueno en Dubai y lo invitó a formar la empresa mixta que busca ahora lanzar su primer satélite.

Fuente: La Nacion. Por Martín Boerr

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