Contactenos

Nacional

Mala praxis: un vaivén entre miedo y dolor

Con secuelas físicas, la periodista Verónica Janowicz se suma a la lista de profesionales de los medios que denuncian la mala praxis médica. Su historia completa.


Desde hace exactamente dos meses la periodista Verónica Janowicz vive un en un vaivén de dolor, miedo e impotencia por una mala praxis médica. “Me tenían que «vaciar» porque podía tener «cáncer»”, cuenta la mujer; que tenía programada una operación para sacarse el útero y terminó con el uréter perforado.

“Me tenían que «vaciar» porque podía tener «cáncer». Mi ginecóloga me lo anunciaba el 9 de abril un día antes de casarme. Pensé que era lo peor que podía pasarme pero lo peor estaba por venir”, aseguró la periodista de Canal 26 y AM 750; sumándose a la lista de profesionales de los medios que denunciaron mala praxis, teniendo como máxima tragedia el caso de Débora Pérez Volpin.

Aunque parezca una obviedad, las palabras «vaciar» y «cáncer» “se tatuaron en mi cabeza torturándome las 24 horas”. Sin embargo, la paciente intentó “dejar de pensar en todo lo que iba a perder como mujer, y puse fuerza para concentrarme sólo en encontrar al mejor especialista”.

El comienzo de la odisea

“Pasó un tiempo y lo logré. Varios ginecólogos me habían hablado de un equipo en el Sanatorio Alemán que decían que era el mejor, cuando la histerectomía debe hacerse por algún problema oncológico. Y tanta suerte tuve, que un ginecólogo amigo me consiguió una entrevista con el jefe del equipo; pero en el Sanatorio Güemes, lugar donde también atendían”, explicó.

Se trataba del Jefe de Ginecología de ambos nosocomios, el Doctor Federico Bianchi, que trabajaba junto a la Doctora Luciana Gentile.

“La odisea empezó cuando tuve que conseguir mi propia pinza laparoscópica. Me operaban el 12 de julio y a último momento me llaman del Sanatorio Güemes para avisarme que, si en tres horas mi prepaga no les enviaba una Pinza Enseal Punta STD 5mm, se suspendía la operación”, dijo Verónica. “Hablé con tantas personas que ya ni recuerdo, entre ellas la Doctora Gentile; quien me dijo que era normal que ocurran estas cosas y que las prepagas no entregan los elementos hasta último momento, para que el paciente no tengo otra opción más que ser intervenido a operación abierta. Y que por esa razón, ella me estaba haciendo el favor de avisarme para ver si yo lo podía solucionar. Caso contrario suspendía la histerectomía o yo debía autorizarla a operarme de esa manera“, agregó.

En ese marco, la intervención quirúrgica contemplaba entre uno y dos días de internación. Así, el alta médica de la periodista “fue en 48 horas a pesar de que sentía dolores muy fuertes en el vientre; con el agravante de que ante una pérdida de orina, me arrancaron la sonda sin desinflar, dejando mi uretra en carne viva“.

“Cada vez que con mi marido pedíamos un médico por los dolores, significaba horas de espera y terminar peleando. Éramos una gran molestia y no lográbamos nada, así que finalmente aceptamos el alta. Pero el dolor ya era insoportable y ese mismo día volví al Sanatorio; donde después de esperar tres horas interminables en la guardia, recibí una dosis de Tramadol”, relató.

«Pensé que era normal sentir tanto dolor»

A todo esto, el drenaje de la paciente juntaba alrededor de un litro de líquido por día; pero los profesionales de la salud no lo revisaron antes de enviarla de nuevo a casa y decirle que vuelva el día que tenía turno, para realizar las curaciones correspondientes.

“Por momentos, pensé que era normal sentir tanto dolor y que tenía que esperar solo esperar. Me dediqué a eso: a veces llorando, a veces gritando, a veces rezando…. haciendo lo que podía para no preocupar más a mi esposo; que ya no sabía que hacer y me vaciaba a cada rato el drenaje que no paraba de llenarse de líquido”, completó la periodista.

Sospechando una mala praxis médica, lamentó no haber ido a otro hospital. “Volví el día de mi turno para la curación pidiendo que me den todo lo que tengan para los dolores. No sé si me escucharon, pero estaban con cara de preocupación; estimo que por mi drenaje y todos los días que pasaron en que no paraba de llenarse. Me internaron de vuelta sin mucho más que explicarme”.

Verónica creyó que la internaban por los dolores, pensando que al fin iba a terminar la espera. Allí, descubrió que “al intentar sacar el útero habían perforado el uréter, provocando una fístula“. “Mi cuerpo se estaba llenando de orina. Una tomografía con contraste era el estudio que iba a confirmarlo y que hicieron recién al otro día. Mientras, sola en la habitación, seguía suplicando en vano por el dolor que crecía cada vez más y que sólo por momentos mermaba; cuando me drogaban con Tramadol”.

El estudio confirmó la fístula y, por ende, la mala praxis, pero era fin de semana y el supuesto “arreglo” debía esperar hasta conseguir quirófano en un día habil; porque “sábado y domingo no trabajaban”. Se trataba de casi una semana más de espera, pero la periodista y su esposo pelearon hasta conseguir que la intervención sea el lunes.

“Luego de la operación, los nervios, la pelea con los médicos, la desesperación… el efecto de la anestesia fue un oasis de esperanza, mi primer descanso de los dolores, que pensé que no volverían; pero regresaron aún más fuertes y empecé a bajar los brazos. Ya me sentía morir“, manifestó.

Mala praxis médica: “Cosas que pasan”

Sin embargo, la periodista no dejó de luchar. “Hoy sé que por la medicación mal administrada que me daban, sufrí un íleo paralítico; es decir una parálisis del sistema intestinal que ocurrió en dos oportunidades haciéndome entrar en shock”, acotó.

“Mi marido desesperado empezó a llamar a periodistas amigos y colegas de todos los medios posibles. Hasta el día de hoy no sé cual fue la mano salvadora que hizo que, en minutos, una decena de médicos llegara a nuestra habitación”, recordó Verónica Janowicz. “Todo cambió y es la peor parte de la historia que me toca contar; porque no debería haber sido así: vergüenza ajena y hasta propia me da. Todos somos iguales y merecemos la misma atención”, reclamó.

En ese escenario, apareció el médico a cargo de la operación: Federico Bianchi. “No recuerdo qué día por fin apareció el cirujano que me operó, el Doctor Federico Bianchi, quien lejos de disculparse y ponerse a mi disposición, me dijo textualmente “que eran cosas que pasan y que el que lava platos rompe platos”“.

“Realmente palabras que no olvidaré jamás”, afirmó la periodista. “Como si fuera poco, en otra visita en la cual yo estaba a los gritos por el dolor, también textualmente dijo: “Que pare un poco, que a ellos no les ponía contentos verme así; y que los médicos no estaban nada más para mí, sino que para todo el Sanatorio”, añadió.

Luego, “el resto fue seguir internada con dolores terribles que iban mermando por momentos; pero al menos atendida como debería haber sido desde el primer día y como se merece cualquier ser humano”.

La intervención no resultó“, lamentó Verónica. Los médicos esperaron siete días y como el drenaje seguía con orina, tomaron la decisión de operar por tercera vez. No obstante, se trataba de una intervención más riesgosa, por la que la periodista terminó en terapia intensiva. “Me abrieron desde el ombligo hasta la vulva, cortaron uréter y vejiga, unieron y pusieron un catéter”, resumió la paciente.

Para ella y su esposo, “fueron quince días interminables hasta el esperada alta”. Aunque la periodista ya volvió a su hogar, continúa sufriendo las secuelas de la mala praxis: “Hasta que en una cuarta intervención no me saquen el catéter no sabré si podré orinar normalmente”.

“Los dolores continúan pero por momentos son más leves y mi vejiga funciona en un 50 por ciento. No se qué pasará conmigo porque todavía estoy en el medio de la tormenta y perdí mucho más que mi salud. Sólo sé que no me va a alcanzar la vida que me quede para pelear porque estas cosas no vuelvan a pasar y para agradecer el apoyo de tanta gente que pidió por mí en los peores momentos”, concluyó.

Trending