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Julio Manuel Pereyra y la docencia inclusiva

Julio Manuel Pereyra está al frente de una escuela itinerante, Caminos de Tiza, en Misiones, que es una propuesta única en Latinoamérica. Fue multipremiado por crear un sistema de pedagogía de emergencia.


Julio Manuel Pereyra tiene 35 años y está al frente de una escuela itinerante, Caminos de Tiza, que es una propuesta única en Latinoamérica. Crítico con la mirada tradicional de la inclusión, prefiere hablar de ello sin títulos ni etiquetas.

Es educador en pueblos pequeños y comunidades originarias de Misiones. Habla alto, parece que estuviera enojado. Pero no. Julio es un adulto con autismo y un ejemplo para derribar los prejuicios que existen sobre la Condición del Espectro Autista (CEA) en la mayoría de edad, tema del que poco se habla. “A veces creen que estoy enojado, solo hablo así”, aclara a Border. Su mirada sobre la discapacidad es crítica.

Educación inclusiva

Hay una mirada mercantilista sobre la discapacidad”, dice. Él, que es un referente de la educación inclusiva, prefiere hablar solo de educación, sin etiquetas. Es el fundador de una escuela itinerante ‘Caminos de Tiza’, una propuesta de educación comunitaria única en Latinoamérica y premiada en Europa, India y Estados Unidos. Esta institución denuncia y previene el abuso sexual, los embarazos adolescentes y la trata de mujeres. También enseña a los niños a cuidarse de los animales ponzoñosos de la selva y a realizar cultivos. Su alumnado consta de 368 niños y niñas de entre 5 y 14 años.

El educador enumeró una cantidad de actividades que parecen incompatibles entre sí: “Muchas veces cuesta entender lo que hacemos. Nosotros enseñamos lengua de señas, trabajamos con Braille, con sillas de ruedas, bipestadores. Damos apoyo escolar, traducimos textos al guaraní, hacemos videos en lengua de señas, educación de fronteras, construimos escuelas, hacemos cultivos, desarrollamos el ropero solidario, conseguimos material ortopédico, terapéutico y pedagógico, alfabetizamos, damos Educación Sexual Integral”. Lo más importante: “Logramos alfabetizar a casi el 100% de los niños mayores de 8 años de estas 14 comunidades; y muchos de esos niños son bilingües”.

La historia de Julio Manuel Pereyra

Julio Manuel Pereyra nació en La Paloma, departamento de Rocha, Uruguay. Una ciudad con puerto de playas tranquilas y abiertas. Es el menor de tres hijos y único varón. A poco tiempo de llegar a la Argentina, en 2014, inició su tarea como educador en pueblos pequeños y comunidades originarias, brindó otra manera de aprender y enseñar.  Es Licenciado en Ciencias de la Educación y Profesor de Historia, pero prefiere que se conozca la tarea que lleva adelante, más que sus títulos.

“Yo creo que no elegí la docencia, la docencia me eligió a mí”, dice. A continuación, agrega: “Tuve la suerte de estudiar profesorado de Historia porque me gustaba, y en el camino me enamoré de la docencia”. En las prácticas comenzó a trabajar con estudiantes con discapacidad, y a generar su propia mirada sobre la educación inclusiva. “Si bien comencé estudiando el profesorado de historia, luego empecé a formarme y hoy tengo una extraña mezcla entre profesor de educación especial, rural, intercultural bilingüe; y más asociado a lo que es la inclusión educativa que a la enseñanza de historia en la secundaria, que era mi profesión inicial”, relata.

El recorrido por la educación

Su recorrido en el mundo de la educación es amplísimo. Al profesorado para nivel secundario, le sumó estudios universitarios sobre educación inclusiva, formación en lengua de señas, capacitador del programa de formación permanente, y coordinador de educación especial. “Terminé en esto por convicciones filosóficas, ideológicas y pedagógicas, tomando como referente a Paulo Freire, explica. Su mirada sobre inclusión educativa no está asociada solo a la discapacidad sino a pueblos originarios, educación para jóvenes y adultos y escuelas de frontera.

El proyecto lleva siete años. Recorrió y enseñó en Corrientes, Chaco, Santiago del Estero. Desde hace tres años está en Misiones, tarea que comparte con Yanina Rossi, otra educadora que padece macrotia; una malformación congénita de la oreja, y pérdida de un oído.

Fuente: Border.

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